01 enero 2006

Los heraldos negros


Hay golpes en la vida, tan fuertes ... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

Cesar Vallejo, Los heraldos negros, 1918

César Vallejo nació en Santiago de Chuco, en la cordillera andina al norte de Perú en 1893. Murió en París en 1938. Entre estos dos extremos culturales se desarrolló su vida. Medio indio, recordó siempre sus raíces y el paisaje idealizado de su infancia al que siempre volvía para buscar consuelo en el marasmo existencial que fue su vida. En 1923 se trasladó a París donde transcurrió el resto de su vida, con estancias en la España revolucionaria de su corazón y tres viajes a la Unión Soviética en su etapa nítidamente marxista.

César Vallejo era un ser excepcionalmente lleno de humanidad y a la vez de una extrema complejidad en su alma. El sentimiento de dolor atravesó su vida y lo vemos destilarse en la mayor parte de sus poemas. Publicó en vida dos libros de poemas: Los heraldos negros en 1919 y Trilce en 1922. Es César Vallejo creador de una nueva poética que rompe totalmente con el modernismo y abre nuevos caminos expresivos con un lenguaje muchas veces desarticulado y complejo en resonancias sentimentales y revolucionarias formas expresivas.

Los Heraldos negros, su primer libro está en la fase inicial de superación del modernismo, pero hallamos en él todavía resabios, entre otros, de los versos de Rubén Darío y el poeta uruguayo Julio Herrera y Reissig, muerto en 1909.

El poema que seleccionamos es el pórtico de Los heraldos negros, título suficientemente expresivo para reflejar que nos hallamos ante un hombre angustiado, inseguro y desarraigado. Este desarraigo formó parte de su vida íntima. El poeta, como Antonio Machado, se siente desorientado y perdido en la existencia, pero a diferencia del poeta sevillano recibió una educación católica sumamente represiva y hallamos en su léxico y expresiones, continuas referencias a Dios, a Cristo, odio de Dios, charco de culpa... El poeta estaba dominado por un profundo sentimiento de culpa de raíz religiosa. El dolor, por otra parte, es la experiencia primordial del poeta, un dolor inconcreto y dramático tamizado de profunda angustia ante la vida. Su incertidumbre se expresa en ese tan repetido Yo no sé que aparece dos veces en el poema. y que es característico de otros poemas.

Pero ese ser dolido y abatido ante los golpes de la vida (¿La muerte de su madre en 1918?) es representativo del ser humano en general abocado al dolor y a la muerte que tantas veces aparece como compañera inseparable de la vida. "o los heraldos negros que nos manda la Muerte"; "Y el hombre... Pobre... pobre!". La tristeza que emana el poema y toda su obra ha sido interpretada como expresión del indígena que llevaba dentro (la tristeza india), pero también se ha afirmado que los acontecimientos como la muerte de su madre y la estancia injusta en la cárcel donde empezó a elaborar Trilce también la justifican. Estamos, pues, ante una poesía de honda raíz existencial. Dámaso Alonso la llamará décadas después "poesía del desarraigo", pero que nos resulta extremadamente humana y cercana.

El poema está formado por alejandrinos (14 sílabas) entreverados por algún endecasílabo y algún dodecasílabo. Está compuesto por cuatro estrofas y la repetición del verso inicial, leitmotiv del poema. La rima es consonante en los pares. Todo ello recuerda todavía las formas del Modernismo, pero inicia un tono y forma netamente diferente y es innegable que el poema tiene una extraordinaria fuerza expresiva: "Esos golpes sangrientos son las crepitaciones/ de algún pan que en la puerta del horno se nos quema". Son igualmente densas las imágenes que revelan la idea de pozo, zanja, caídas hondas, ojos locos, charco de culpa, golpes sangrientos, blasfema, potros de bárbaros Atilas... Es la caída en simas de hondura y negrura de naturaleza terrible.

Nos sentimos próximos al poeta, cercanos a su dolor en el alma, sentimos su pesimismo y su desarraigo, su dolor por los golpes terribles de la vida. El dolor no puede estar expresado de una forma más plástica y efectiva. Pocas veces el abatimiento y la depresión han sido tan magníficamente expresadas.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Hey, Joselu: qué buena manera de empezar el año.

Rodolfo N dijo...

Muy bueno Joselu, siempre alto.Saludos

Joselu dijo...

Gracias por vuestros comentarios. No sé si a Balthazar le intuyo una posible ironía. Quizás me equivoque. Comenzar el año con un poema tan triste es paradójico. Hoy se esperaría algo más alegre. Pero pienso que ya hay demasiados canales que expresan la alegría cierta o no de la navidad y estas fechas, pero la tristeza que reivindico en Vallejo es profundamente humana. Es uno de nuestros sentimientos más nobles. La vida está hecha de tristeza y de muchos otros sentimientos de exaltación. Bonjour, tristesse. A veces te nos pegas a la piel y olemos a ti. No es malo. Forma parte de la vida. Está aquí.

simalme dijo...

Y lo vivido se empoza en la mirada...Lo malo de la tristeza es cuando se transforma en tu piel. Mientras sólo sea un sentimiento es hasta poético y bello. Un abrazo, Joselu.

Joselu dijo...

Gracias Rodolfo y Simalme. La tristeza es también materia de la vida. César Vallejo tuvo la tristeza en la piel, pero supo convertirla en palabra poética. Vuestras palabras son siempre bienvenidas y las encuentro repletas de poesía y de amistad.

Víctor Manuel dijo...

Joselu, es este uno de los poemas que más me conmueven, en especial por todo lo que Vallejo deja sin articular y sin embargo se expresa sin palabras a través de esa tensión que dejan los “yo no sé...” Me parece que más que depresión clínica estamos ante la presencia de una transparencia impecable, una contemplación sin vacilaciones al lado oscuro de la vida. Sabemos, de transfondo, que el poeta entendía al “Creador” de una manera más compleja que el catolicismo lo permite, como un Demiurgo que en buena forma era el responsable del sufrimiento del mundo.

Ver mi Libro abierto.

Joselu dijo...

Imagen durísima de Dios la que tiene Vallejo. En mi infancia (?)sufrí intensamente el sentimiento de culpa religosa y puedo asegurar que es agónico.

Anónimo dijo...

Bueno, a fin de cuentas Vallejo es el autor de Trilce (Triste + Dulce), es por antonomasia el poeta de la honda tristeza humana.

De 'Los heraldos negros' me gusta el sentimiento amoroso de 'Bordas de hielo' o los dos primeros versos de 'Setiembre' y la tristeza del comienzo de 'Heces'.

En fin, escribir de Vallejo es no parar.

Agustín García Delgado dijo...

En realidad, querido amigo, los versos tercero y cuartos son endecasílabos. En todos los demás versos hay catorce sílabas métricas.
Hermoso e hiriente, como todo Vallejo. Gracias por compartirlo.

Anónimo dijo...

¿No es el sufrimiento, acaso, un pozo profundo en el alma en donde caen las más oscuras y penetrantes frustraciones de los deseos no cumplidos, de la desesperanza, de la soledad, de la desgracia? En fin, ¿de la infelicidad? El dolor y el sufrimiento, por más dificultoso que nos resulte admitirlo, forman parte de nuestra realidad, y llegan en forma de adversidades, de conflictos, de dificultades y de una variedad de sin fin de experiencias. Nadie está a salvo del dolor. Quien teme los padecimientos, teme lo que necesariamente habrá de alcanzarlo, tarde o temprano. El sufrimiento limita nuestras expectativas futuras o las suprime dolorosamente.
César Vallejo, a través de su poema “Los Heraldos Negros”, trata de descifrar estos enigmas y de encontrar réplica a estas preguntas, aunque no siempre lo logra. Esta poesía es, por ende, un canto angustioso, que intenta buscar la razón por la cual el hombre debe soportar una existencia asediada por el estar de la muerte y los obstáculos que se le presentan día a día.

Anónimo dijo...

Gracias por subir este poema, por dar más datos de Vallejo y simplemente por darte el tiempo de compartir con aquellos como yo que conocemos menos acerca de él... la verdad me siento en este momento tal como en los heraldos negros...
Fue un placer leerte.

Anónimo dijo...

Hola Joselu: Soy peruano y como muchos d elos mios, conozco poco de Vallejo, este poema es quizas el mas famoso de él en Peru y aunque de adolescente leí los heraldos negros, solo me queda el recuerdo de este poema y de el de "piedra negra sobre piedra blanca"

Vallejo es tan intrincado en sus figuras como el caos y la angustia que expresa en los mismos, yo muchas veces me he sentido identificado y visto en sus descripciones (de la oscuridad del alma) a un visionario capaz de penetrar ahi donde pocos vemos con claridad, donde solo nos enlaza al poema una especie de intucion del alma. un golpe hondo y seco, como su un cataclismo ocurriera muy lejos del proceso de lectura del poema; un lejano y oscuro cotejo.

Eos dijo...

Vaya... me llamó la atención este blog por el poema "La aurora", de Lorca... y resulta que también me encuentro en él con "Los heraldos negros", otro de mis poemas de cabecera.

Yo lo descrubrí hace un par de años, en boca de Norma Aleandro: ya no recuerdo en qué película, pero los versos se me grabaron a fuego.

Joselu dijo...

Gracias, Eos, por tus comentarios. Hace tanto tiempo ya que colgué estos textos que ya los había olvidado. Algún día me gustaría volver de nuevo a la práctica del intento de explicación de textos. Un cordial saludo.

JESUS MARIA dijo...

JESUS MARIA 9 años

Es una obra muy bonita me gusta leer, yo la recomiendo

vamos animense en leer una