21 junio 2006

Áspero mundo


Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinocios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento…

Ángel González, Áspero mundo (1956)

Hace este año medio siglo de la publicación de Áspero mundo, primer poemario del poeta ovetense Ángel González (1925), poeta a caballo entre una concepción social y un enfoque existencial de la poesía. Se le suele incluir en la generación del medio siglo, pero también por su evolución se le encuadra con otros poetas españoles de los años sesenta como Alfonso Costafreda, José A. Goytisolo, Gil de Biedma, Carlos Barral y José Caballero Bonald.

Áspero mundo (Harsh world) se opone al Acariciado mundo –sección final del libro- que constituye una isla de goce existencial en un presente absoluto. Áspero mundo es el devenir trágico al que el adulto es arrastrado, el desgaste irremisible de la vida y las circunstancias, abocado todo ello a un final trágico y de todos conocido. No hay salvación sino en nosotros y ni siquiera esto está claro. Nos quedan, eso sí las palabras que son un ancla de salvación en el mar proceloso de la existencia. Las palabras, como había dicho Celaya en Me queda la palabra, pero con un marcado acento social. El poeta es una conciencia puesta en pie que guarda, que atesora, instantes eternos que sabe reconocer y poner de relieve. El amor es la única fuerza que puede disipar las sombras del vivir.El Tú esencial es capaz de detener el tiempo en momentos de intensidad mágica. El amor es una porción de luz que hace cesar el decurso temporal.

En este poema, el poeta se distancia reflexivamente de su propio nombre, como algo circunstancial, que sobreviene a lo auténticamente esencial: un ser perdido en la existencia en el viaje milenario de la carne. Sentimiento de extrañeza ante el signo configurador de su identidad, ese Ángel González que flota a la deriva y que vive en un lugar extraño. El poeta se ve como el último resultado de la evolución de la historia, la corriente humana en que está inserto. El poeta es el detritus, fruto del dolor y del naufragio, último resto podrido, escombro inútil… que levanta sus alas sin esperanza pero con tenacidad en un camino que no lleva a ninguna parte y sin salvación posible. Es el camino áspero y doloroso de que hablaba Garcilaso. Sin embargo, el poeta, el símbolo que se yergue desolado, encuentra en su fracaso y en su desaliento una fuerza titánica que le lleva a alzarse orgulloso en su derrota. El aliento existencial, la claridad poética y la transparencia, hacen de este poema un luminoso pórtico de este canto a la dignidad humana, sin dioses, sin salvación, pero con la suficiente tozudez para mantenerse en pie por la fuerza enloquecida del desaliento.

Destacan en el poema el tono conversacional, el lenguaje sin hipérbatos que extrae de la prosa todas sus posibilidades poéticas y la antífrasis final en que culminan los versos desalentados pero llenos de luz que nos alumbra en nuestro caminar incierto. El poema no deja de estar lleno de una ironía trágica puesto que es precisamente del desaliento, del fracaso, de la derrota, de donde el hombre –vencido y huérfano- puede sacar su fuerza para resistir en la lucha más terrible sin Dios ni nada que dé un sentido a priori a la existencia. Estamos ante un existencialismo fatalista y un desasosiego presentados sin énfasis dramático, de forma coloquial y transparente. Nos sentimos identificados con el sentir desolado del poeta y participamos simbólicamente, iluminados, en su resistencia tan inútil como tenaz.

14 comentarios:

Rodolfo N dijo...

Cordial amigo:
Seguis con tus clases a distancia.!
Realmente un agrado que hayas puesto en circulaciòn esta pàgina nuevamente .
Un abrazo

José Ignacio Montoto dijo...

Bienvenido de nuevo, saludos!

Darío Zetune dijo...

Hola.

No conocía a este poeta pero me gusta.

Me agrada el amplio comentario a ese poema. Aunque me parece que el autor trágico (sea filósofo, poeta, literato, etc.) vive en una paradoja: sus textos son el último grito de quien se sabe finito pero que no acepta diluirse en la nada. A pesar de que estos autores puedan, con resignación (y una resignación o angustia), aceptar su disolución, siempre está latente la esperanza, o al menos la sospecha, de que el mal y la muerte no tengan la última palabra.


Las palabras finales:

"esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento"

Estas palabras finales, son de alguien conciente del inminente fracaso, pero también, de la indómita resistencia del ser humano a dejar de existir, porque como decía el filósofo alemán, Franz Rosezweig, "el hombre no quiere liberarse de quien sabe qué cadenas: quiere permanecer, quiere vivir".

Saludos desde Ciudad de México.

Sergio.

Juan Poz dijo...

¡"La enloquecida fuerza del desaliento"!
Ahí es nada... Parece un resumen de mi propia vida. La vitalidad por sobre todas las cosas; la adhesión a la realidad y a la ficción -si es que son cosas diferentes, que no lo creo-; la entrega apasionada al instante y al futuro...
Ser en proyecto, que decían los existencialistas, con Sartre a la cabeza, mensaje que a mí parece habérseme quedado con especial intensidad, de lo orientado hacia lo por venir que siempre vivo.
Esto del nihilismo optimista no es un oxímoron, sino una redundancia. Y si alguien entiende lo que digo, que me lo explique, por favor. Porque vivir, y tan intensamente, desde la desolación no acepta los parámetros normales de razonamiento para ser comprendido. Ortega, y después María Zambrano, predicaban la razón vital, y, por lo menos la segunda, la llenó de poesía y mística singulares.
¡Qué placer volver a oír la lengua castellana en plenitud creadora: la del autor y la de su escoliasta!

Víctor Manuel dijo...

José Luis, leer ese poema fue como ir a misa. Bendita comunión.

MaLena Ezcurra dijo...

Maravillosas caricias al alma, con este Señor POETA.

Gracias por hacernos conocer de tu mano, nuevas palabras.

Nuestro corazon agradecido.

Cariños.

Darío Zetune dijo...

ha, pues saludando de nuevo. Pa que veas que sigo al pendiente de este espacio de Poesía.

No se cómo hacerle pa que mi barra de blogs sea más larga, en cuanto encuentre el modo, te tendré en mis links.

Saludos!

Anónimo dijo...

Más que hablar yo mejor que lo haga el propio poeta:

"La decepción reactiva en mí el recuerdo de las ilusiones que la causaron, a las que todavía y pese a todo me niego a renunciar. Puede parecer paradójico y es, una vez más, irónico, pero el sentimiento de fracaso y de derrota me confirma la legitimidad de las causas perdidas, me devuelve la fe en ellas, la conciencia de su necesidad. La realidad no puede prevalecer sobre el deseo, al menos mientras el deseo siga vivo. Algunos pensarán que soy un iluso, o un idealista, y lo sería en efecto si no tuviese muy viva la conciencia del fracaso. La dualidad que he señalado está resumida en el título de uno de mis libros, Sin esperanza, con convencimiento. La corriente constructiva que tú adviertes responde al empeño, no deliberado, de darle a la vida un sentido que quizá no tenga, y a la historia una finalidad que la dinamiza".


http://elsexodelasmoscas.bitacoras.com

ángel dijo...

Bellísimos poemas del enorme Angel González los que has elegido para tu espacio. El agradecible azar me ha traido y al que volveré con frecuencia. Un gustazo haberte "descubierto".

Saludos...

Claudio dijo...

Increible poema de Angel Gonzalez. Gracias!

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Miguel Hernández, Cancion del esposo soldado.

Anónimo dijo...

Interesante página y quiero también recomendar

decir-lo-indecible.blogspot.com

una selección de cumbres impalabrables de la literatura

José dijo...

Tuve muchísima suerte de escuchar este poema recitado por el propio Ángel González, y lo recuerdo como un momento sagrado (como ya han dicho en los comentarios). Desde entonces casi todos sus poemas tienen ese áurea cuando los leo o re-leo. Estuoendo poder compartirlo también, ¿no?

Yo intentaré hacer mi biografía poética, mezclando pasado, presente y futuro, todos los sentimientos que me han conmovido. No lo voy a conseguir. Pero leo a Ángel González.

V a v o dijo...

A mí lo que me gusta del poema es su evolución interna, empieza con aires adolescentemente egocentricos, y va madurando hasta llegar a la adultez pésimista para terminar con la fuerza terca y sabia del que "todo espera, por que nada es suyo".

Mas saludos, mas gracias por Gonzalez.

lichazul dijo...

de los autores presentados, me quedo con este autor y su poema, que es maravilloso, lleno de fuerza y vehemencia

saludos