Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapatería con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
Colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
Pablo Neruda (1904-1973)
Residencia en la tierra II (1933-1935)
Si hay una poesía que se sitúa en las antípodas de la que hemos comentado en post anteriores (Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas...) es la de Pablo Neruda. De hecho Juan Ramón Jiménez y Pablo Neruda repesentan polos opuestos y mantuvieron una fuerte rivalidad y enfrentamientos personales y poéticos. No en vano, el poeta de Moguer había sido la primera influencia que recibieron los jóvenes poetas del 27. Con la llegada de los años sombríos de finales de la década de los 20 y los años 30, la figura de Pablo Neruda será el nuevo foco de luz que iluminará a los ya maduros poetas de la generación de Lorca, Alberti, Aleixandre...
Según la nueva poética de Neruda, el mundo no está bien hecho, el ser humano es una porción de fragmentos descoyuntados, hundidos en el desarraigo existencial. La civilización supone la escisión entre mundo y mente. La vida es continua alienación y el hombre se hunde en la náusea y en un mar de angustia. Es lo que refleja el poema que hoy comentamos Walking Around.
Todo emana desamparo y un frío mortal. Neruda pinta la ciudad como los pintores expresionistas. Los hombres que deambulan por ella son dirigidos por ordinarios y vulgares destinos. La visión del poema es prosaica y degradada... pero, sin embargo, Neruda rescata toda esta materia deforme y pedestre, toda esta realidad perecedera y ruinosa... El poeta recoge todos estos desechos y su angustia existencial para convertirlo en palabra poética, muestra la pluralidad de lo real, convierte el caos y el desorden en un nuevo lenguaje poético que se revela como campo de fuerzas contradictorias. No nace esta nueva poética de la tradición literaria, sino de su propia aprehensión de un mundo caótico, feo y contradictorio en el que el hombre se ve perdido, sin mitos a qué asirse. Constituye con los otros poetas que hemos citado el nacimiento de una nueva poética en consonancia con las vanguardia artísticas que se alejan de la "pureza". La poesía de Neruda no puede entenderse sólo como muestra de una tradición o antitradición hispana. Revela todo un movimiento internacional que se dio en los años 20 y 30.
Su lenguaje, como el mundo que muestra, es desarticulado, conecta con el antiarte, es un arte de la negación sombrío y angustiado. Revela la insumisión, el rechazo, el vómito, el surgimiento de la tiniebla interior... Está cargado de desazón y de oscuridad. Da salida a los más oscuros instintos del hombre. Pero a partir de una obra como ésta, la realidad poética se ha ensanchado poderosamente. La poesía ya no se centra en la búsqueda de la trascendencia o de la belleza o la eternidad. Estas no están por aquí. El mundo es sombrío y el ser humano camina como un caracol encogido entre tinieblas de ciudades deshumanizadas.